
El plebiscito de Chile del 25 de octubre
Nina Salinas, activista internacionalista xileno-catalana, membre del centre Salvador Allende de Barcelona i col.laboradora habitual de la Fundació, ens escriu aquest article sobre el plebiscit que es va organitzar el passat diumenge sobre el futur polític i econòmic de la nació xilena.
El significado que, define la palabra plebiscito, es el procedimiento jurídico por él que se somete a votación popular una ley o un asunto de especial importancia, para el estado, también hay otro: apoyo masivo de un pueblo a una determinada causa.
El asunto de especial importancia, para el pueblo de Chile es vital, porque define todo el futuro político y económico de una nación, que ha sido la cuna del neo liberalismo, impuesto a sangre y fuego, por la reacción interna y el imperialismo, aplastó primero el promisorio Chile de la Unidad popular, y sus cuarenta medidas, para luego imponer la política económica de Milton Friedmann y los “chicago boys” en 1976, mientras sus hordas de la DINA /CNI, la policía política de Pinochet, hacia desparecer, asesinar y torturar en campos de concentración y sitios secretos de detención, a los chilenos, con el resultado de una izquierda diezmada, entre ellos, tres direcciones completas del Partido comunista de Chile, miembros que aún continúan en su mayoría, desaparecidos. Ante este panorama desolador y con una población cercana a los10 millones, en ese entonces, el pueblo mantiene viva la llama del socialismo, que encendiera Salvador Allende, como todos sabemos inmolado en la Moneda, palacio de gobierno, que quiso justicia social por la vía del voto.
La dictadura quiso dar un cambio y legitimar aquellos actos, de traición, y crimen, redactó una constitución a la medida del cometido, que pudiera dejar fuera, de toda participación al pueblo y sus demandas populares, y blindar los privilegios a la clase oligárquica y fascista, coautores de crímenes y exoneración, y exilio, de los más lúcidos pensadores y profesionales de todas las disciplinas, haciéndose, con el control de toda actividad intelectual y derechamente, quemando libros y publicaciones que no fueran a fines a su régimen. Directamente con las empresas del estado y de las riquezas básicas, que pasaron a manos privadas, de las que dependía fundamentalmente el gasto público en salud educación y pensiones.
Pinochet, y la junta de gobierno, quiso dar un barniz de democracia a la cruenta dictadura, llamando a un plebiscito, para aprobar su constitución en 1980 sin registros electorales, sin veedores extranjeros, y sin garantías en la veracidad de su resultado, con un simple si o no, en un voto. Como era de esperar resultó triunfador, de aquel amaño, e instaló una “carta magna” de la cual emana todo el ejercicio de la dictadura hasta el plebiscito del Si y el No en 1988.
Acosta de la sangre sudor y lágrimas de miles de chilenos, que empezaron muy pronto a protestar en las calles de Chile se fue sumando el clamor de cambio, a la cual los políticos de derecha y social demócratas, dejando al Partido comunista, y otras fuerzas de izquierda, que habían luchado incluso con las armas, para que el imperialismo yanqui que considera a América latina, su patio trasero, diera su brazo a torcer, hubieran cambios sustanciales, conformaron. una maquinación sostenida para desmovilizar al pueblo de Chile e instalar un gobierno de apariencia democrático, pero con toda la parafernalia pinochetista, constitución incluida, y que se encargaron de administrar el neoliberalismo, la llamada coalición: “Concertacion de partidos por la democracia”, izquierdistas renovados, y anticomunistas.
Disfraces mas o menos, de demócratas, los mismos políticos que apoyaron el golpe, que fueron responsables de los crímenes de lesa humanidad, del robo flagrante de las empresas estratégicas como CODELCO (enajenada en un 80%) el agua potable, la electricidad de los hogares, destrucción de ríos y santuarios de la naturaleza en busca de oro, el Litio, en manos del yerno del dictador, anegamiento de cementerios indígenas, reemplazo de bosque nativo por pino radiata, que deja sin agua a los agricultores, e infinidad de atentados a la naturaleza y a la vida, flora y fauna.
Muchos de ellos siguen en el parlamento, votado por una esmirriada participación electoral, producto del hastío de la gente, estos gobiernos sucesivos, empezaron por poner debajo de la mesa el programa de gobierno a partir de 1990, una “justicia en la medida de lo posible” en materia de derechos humanos, la ley laboral heredada de la dictadura y la aborrecida “Constitución de 1980”, agravada por un injusto sistema de pensiones en manos privadas, que cuando ganan, son ellos, y cuando pierden es la gente, según en que empresas ponen el dinero, en contraste con las pensiones de las fuerzas armadas y policía, que están favorecidas al igual que el sistema de salud y otras, como la educación, que exige endeudamiento con los bancos y que los que no pueden pagar pierden hasta sus casas.
En la pandemia en curso, han fallecido 18 mil personas en un país con una población de 18 millones, muestra clara de la situación que vive la mayoría.
El ”estallido social” del 18 octubre de 2019, nos retrotrae a la historia de luchas de mas de cien años del movimiento popular en chile. Con mas de 500 personas sin ojos y/o daños oculares permanentes, mas de medio centenar de asesinados por civiles o agentes del estado y mas de 2500 presos políticos, sin juicio, o con juicios sin pruebas, o fabricadas por la policía de carabineros o civiles, ha sido el alto precio, sólo por protestar en las calles, poniéndose en marcha, una desesperada salida política, por medio de acuerdos a espaldas del pueblo, en el parlamento, favoreciendo a Piñera.
Una movilización sin tregua, que se ha dado la gente en forma pacífica, y masiva de todos los colores políticos, etnias y capas sociales, y un ejército popular de jóvenes armados de piedras, pinturas y astucia, para frenar la acción de los carabineros, que no dudan en usar todo tipo de armas y gases disuasivos, disparados, o lanzados por el carro lanza aguas, hacen sonar las alarmas, al ver que nada, los logra hacer volver a sus casas, las medidas de sacar los militares a la calle u ofrecer pequeñas dádivas económicas, sin cambiar los problemas de fondo, han mantenido en vilo a un gobierno ineficaz y asesino presidido por Sebastián Piñera, un individuo que fue, candidato, escondiendo su pinochetismo para ser apoyado, hasta por demócratas cristianos y que posee un prontuario delincuencial de sobra conocido.
Un gobernante que declara a la guerra a su pueblo para seguir defendiendo los privilegios de no mas del 3% de la población que percibe cada uno de ellos mas de 2 mil millones de pesos mensuales. Chile uno de los países mas desiguales del mundo, quiere plebiscito, para cambiarlo todo, empezando por la constitución, todo esto no por una decisión del gobernante, ni del parlamento que traicionó en “una cocina”(noviembre de 2019) y regaló por miedo y mezquindad ⅔ del quorum, para una nueva constitución con” hoja en blanco”, sino por el pueblo movilizado, que masivamente votará este 25 de octubre, con una consigna sin igual “Chile es y será cuna y tumba del neoliberalismo”.
Nina Salinas